
- Bastantes, ¿te molesta?
- No entiendo por qué aún no has querido quedar con nosotros.
- Sabes que vivo lejos, además no quiero que esto se acabe nunca, hazme caso, nuestra relación es mejor así.
- ¿Me decepcionaría contigo?
- Al contrario, no querrías salir nunca de la cama, sería así siempre, tengo demasiado amor que dar.
- Por eso lo derrochas con tantas amigas ¿no?
Ricardo reía con las respuestas de Natalia, a pesar de su pasión le encantaba su sentido del humor, no podía evitarlo.
- No derrocho, comparto algo que no cuesta absolutamente nada, y que hace feliz. Es lo único que intento hacer, disfrutar de la vida, somos efímeros, un día nos haremos ancianos y habremos perdido el tiempo y nos reprocharemos de no haberlo aprovechado. Hazme caso princesa, disfruta de la vida, con tu marido, con parejas, con amigos, con sexo, pero disfrútala. Lo demás no merece la pena.
Al escucharlo creyó que en parte tenía razón, pero que cada uno disfrutara de su vida como quisiera, pero sin hacer daño a nadie. – ¿eso es lo qué haces tú?, por eso nunca tienes pareja estable.
- Me gusta demasiado hacer el amor, y me canso rápido de estar con la misma mujer, necesito cambios, nuevos sabores, nuevas pieles que explorar.
- Pues conmigo ya llevas un tiempo y no has cambiado.
- Tú no estás conmigo viviendo, es diferente, yo a ti te quiero. Ya no puedo querer a ninguna mujer.
- No sé porque me da que me vacilas y yo me dejo.
- Para nada. Si estuvieras aquí conmigo, sería igual. Follando día y noche, ¿lo aguantarías?
- No – respondió rotunda ella.
- ¿ves?, mi vida es así.
- Pero ¿no vives?, ¿no sales, no te distraes, no tienes amigos?
- Salgo, vivo, tengo amigos y amigas y cuando surge follamos.
Que vida más surrealista vio Natalia en él, pero al fin y al cabo debía respetar.
- Tienes que aprender amar el sexo, es lo único que merece la pena. Hazme caso. ¡Folla!, con quien sea, con el consentimiento de tu marido. ¡Follad los dos!, como perros, sed salvajes. Y os irá mejor.
- Y ¿cómo? – preguntó ésta exaltante.
- Busca amigos, parejas, gente que quiera follar constantemente.
- ¿Tú lo haces?
- ¡Siempre!, cuando tengo ocasión no la desaprovecho. Es una necesidad, créala.
Lo pensó durante un buen rato, y apresurada fue a contárselo a su marido. ¿Cómo podían hacer que su sueño se haría real? – quiero una pareja, podemos probar en locales que para eso están.
- ¿has perdido el juicio?
- Llévame por favor
- ¡Que no!
- Pues entonces quiero follarme al tuerto.
- ¿Qué dices?
- Lo que oyes.
- ¿Estás segura?
- Lo estoy.
- Vale, pero en nuestra casa ni de coña.
Encantada de haber satisfecho sus necesidades, gracias a la orden de Ricardo, ideó un plan para encontrarse con el susodicho que iría a pasar un buen rato en algún pertrechado lecho para saber lo que es una fantasía real.
Se haría la encontradiza en el gimnasio, que por cierto seguro que su bolsa de deporte habría cogido telas de araña del tiempo que llevaba sin usar y con la excusa de pedir ayuda, se haría la tonta y quedarían para tomar un café. Además era bien sabido de vox populi que los gimnasios hay más cuernos que en una plaza de toros.